Cada cambio de estación (que además aquí es bastante abrupto) me enfrento al desafío del cambio de vestuario de Milo, que se niega a cambiar sus costumbres. Con tal de no ponerse las zapatillas que compramos (porque las del año pasado están destruidas interiormente), estuvo dispuesto a usar sandalias. Incluso las que se negó todo el verano pasado (pero este estrenamos)
Incluso fue un día a la casita con medias y sandalias
Pero al fin, lo logré
y al final le gustó el cambio y aceptó toda la ropa veraniega, mucho más fácil que las últimas veces!!
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