Llegó el día y Milo empezó a ir a la casita. Fue con ganas y al ver a su maestra le tiró los brazos sonriendo. Así que lo dejé tranquila.
Pero al volver Montse me contó que lloró algunos ratitos y que además pegó a varios y mordió a una nena. Todo eso un una sola hora. Cuando me vió se me colgó modo koala y tuve que traerlo así hasta casa.
La experiencia hoy fue distinta. Fue tranquilo. Todo el camino estuvimos conversando sobre no pegar ni morder ni hacer pum, y el siempre decía que no y que chaupum. Cuando la vio a Montse volvió a tirarle los brazos, aunque se quedó un poco serio. Cuando fui a buscarlo una hora después la maestra me contó que también lloró de a ratos pero que igual estuvo todo el tiempo de capa caida. No pegó ni nada ni una sola vez. Y lo que hizo fue recurrir a ella (es decir que estuvo de la mano o upa de ella bastante). El reencuentro conmigo fue un buen abrazo, pero después subió al cochecito sin problema y volvimos conversando. Hoy fue una experiencia más tranquilizadora que ayer...ya les iré contando cómo seguimos
vamooooooo!
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